En el
mes de julio se inician los trámites para el censo de profesores que desean
dictar cursos intensivos en sus respectivas facultades bajo esta modalidad
durante el periodo vacacional.
Estos docentes sacrifican sus vacaciones a cambio de un pago
adicional bajo la figura de honorarios el cual es financiado en un 50% por el
Estado y el 50% restante por los estudiantes quienes pagan una inscripción.
Lo anterior hace suponer que siguiendo una normativa que
regule aspectos como cantidad de curso por profesor, densidad horaria y
honorarios a cancelar, los docentes aceptan el dictado de los cursos
conscientes del monto que percibirán por el dictado de los mismos y el tiempo
que transcurrirá entre su culminación y el pago efectivo. Sin embargo, con
respecto al pago de honorarios es fundamental la revisión de ciertos aspectos
que desde mi perspectiva lesionan al docente universitario.
En primer lugar existe un claro irrespeto a la majestad de
la academia cuando los honorarios no son aprobados por el Estado según el
escalafón del profesor que dicta el curso, bajo la premisa de que son ingresos
adicionales para el docente. En segundo lugar no existe una unificación de
criterios entre las facultades para el pago de los honorarios, ni por tiempo de
dedicación ni por densidad horaria.
En este sentido, los montos pagados no guardan
correspondencia entre una facultad y otra, ni con las horas dictadas en el
curso, es decir, ni con el esfuerzo
laboral que cada profesor realiza.
Partiendo de la premisa constitucional de que a igual trabajo, igual
salario, existe una situación de inequidad en los honorarios que los distintos
profesores que hacen verano están recibiendo, toda vez que se parte del
entendido de que todos y cada uno de los profesores deberían recibir el mismo
ingreso por hora por el dictado de estos cursos y eso no es lo que ha venido
sucediendo.
Año tras año los montos no se corresponden con criterios de
equidad basados en el tiempo de dedicación y la densidad horaria, y años tras
año se solicita su discusión pero se queda en el letargo porque la necesidad de
los docentes tiene la cara de hereje. Es decir, si ustedes aceptan las
condiciones para qué sigo reclamando?!
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